
La motivación para escribir se puede derivar de muchas fuentes de experiencias y aprendizajes. Y no siempre esas fuentes son necesariamente originantes de alegrías. Tal es el caso de los fracasos, el cual, como motor de inspiración es también no sólo válido sino frecuente. Es lo que me ocupo a desarrollar a continuación.
Y la razón es muy sencilla: Todos estamos expuestos a fracasar alguna vez, y la experiencia de ese trance de vida nos deja alguna huella, que es la que se traduce en palabras, algunas veces con tintes de amargura, otras veces con tinte de moralejas aprendidas. Fracasan los atletas, los empresarios, las madres, los sacerdotes: el fracaso está presente en cualquier ámbito de la vida, y muchos lo lloran amargamente, habiendo muchas imágenes famosas que recogen esos desagradables momentos.

Cuando se escribe montado en el vehículo del fracaso, se quiere transmitir la asimilación de una experiencia. Se puede tratar de un nuevo y mejor conocimiento, bien sea de las personas o de las circunstancias. Por ello, si el escritor ha sabido canalizar la marea de los sinsabores de esas malas experiencias, podríamos decir que se trata de textos sazonados con el mejor ingrediente para degustar un conocimiento: Que no es otro que la experiencia.


Sobre la motivación literaria en el fracaso, quiero culminarlo diciendo que no es necesariamente bueno o malo tal categoría de publicaciones. Simplemente, que sirve como fuente de experiencias para ser transmitidas en un blog, "que lo deseable" sería que fueran expresadas en el mejor tono posible, siempre reflejando aprendizaje y evitando descalificaciones. Además veo necesaria la siguiente aclaratoria: fracaso no necesariamente es el estigma para calificar a la persona como un fracasado, porque personajes ilustres de la historia fracasaron muchas veces antes que sus inventos funcionaran (Tomas Alva Edinson) o que sus proyectos triunfaran (Simón Bolívar). Sólo que quien no enfrenta al fracaso, se convierte en fracasado: esa es la clave, enfrentar al fracaso, aprender del mismo, procurar no repetir las causas que llevaron a ese fracaso, y "olvidarlo" de nuestros recuerdos evitando huellas de amarguras.

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